On Thursday, November 16, I had the blessing of greeting the Holy Father, Pope Francis.
The visit took place during the annual convention of the National Association of Hispanic Priests. During our meeting, we had the opportunity to concelebrate the Eucharist in some important churches in Rome. One of them was the Basilica of Saint Paul Outside the Walls, where the remains of the apostle Saint Paul are buried; there we had a Mass presided by Archbishop Andrés Gabriel Ferrada Moreira, Prefect of the Dicastery for the Clergy. We also had a Mass in the Basilica of Saint John Lateran, the official church of the Pope and cathedral of the Diocese of Rome; the Mass was presided by Bishop Juan Miguel Betancourt, auxiliary bishop of the Archdiocese of Hartford, CT. Without a doubt, the Mass that touched my heart the most took place in the Chapel of the Blessed Sacrament of St. Peter's Basilica, presided by Archbishop Edgar Peña Parra, Substitute for the Secretariat of State of the Holy See. The most profound moment was at the end of Mass when we headed to St. Peter's tomb to have a moment of prayer. The deep meaning of being in that holy place helped me renew my love for Christ and dedication in the Church. Finally, among several conferences we had, I want to highlight that of Cardinal Marc Ouellet, who focused on telling us a little about his perspectives and hopes regarding the Synod of Synodality in which he participated last month.
On Thursday, November 16, we got up early because the audience with the Pope was moved from 11 to 8 am. The nearly 100 priests present at the convention headed to the Vatican, went through security and then began to climb stairs after stairs inside the Apostolic Palace. Magnificent paintings, statues, Swiss guards and marble walls appeared before our eyes. Finally we arrived at the Clementine Hall, where we would find the Pope. Some butlers quickly placed us in our chairs. There I was able to observe some people who were leaving after meeting with the Pope in another room. Throughout the morning of that Thursday, Pope Francis had about four audiences with different groups, reading speeches and greeting people; in the afternoon he went to visit a parish in Rome; a strong pace for an 86-year-old Pope. After a few minutes of waiting, the doors opened and Pope Francis entered the room where we priests were. He walked with the help of a cane and sat in the chair prepared for him. He gave us a speech that you can all read on the Vatican website and in the online version of this article on our parish website. Then he greeted each of us for a few seconds. Afterwards a photo was taken with the whole group and we went out to St. Peter's Square again. I was able to buy the digital photo of me with the Pope but at the time of sending this bulletin it was not ready, you can still see the photo with the Vatican Media brand for now. It was a beautiful moment to be able to enter the Vatican and shake the hand of the Holy Father. What impressed me most about that greeting was the Pope's fragile hand. Of course, it is 86 years of life, but in that fragile hand I later stopped in prayer for him and for what his office represents. May God bless the Pope, our Church and all of us who make it up. I keep in my soul the firm conviction that the Holy Spirit guides his people and that my heart also remains firm in the service of this community that the Lord and his Church have entrusted to me. As I did in January at the tomb of St. Augustine, I also now prayed a lot for you at the tombs of St. Peter and St. Paul.
Have a blessed week.
Fr. Robinson Ortiz
Pastor
Queridos Hermanos y Hermanas,
El jueves 16 de noviembre tuve la bendición de saludar al Santo Padre el Papa Francisco.
La visita tuvo lugar durante la convención anual de la Asociación Nacional de Sacerdotes Hispanos. Durante nuestro encuentro, tuvimos la posibilidad de concelebrar la Eucaristía en algunas iglesias importantes de Roma. Una de ellas fue la Basilica de San Pablo Extramuros, donde están sepultados los restos del apóstol San Pablo; tuvimos una Misa presidida por Monseñor Andrés Gabriel Ferrada Moreira, Prefecto del Dicasterio para el Clero. También tuvimos una Misa en la Basílica de San Juan de Letrán, la iglesia oficial del Papa y catedral de la Diócesis de Roma; la Misa fue presidida por Monseñor Juan Miguel Betancourt, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Hartford, CT. Sin lugar a dudas, la Misa que más tocó mi corazón tuvo lugar en la Capilla del Santísimo de la Basílica de San Pedro, presidida por Monseñor Edgar Peña Parra, Sustituto de la Secretaría de Estado de la Santa Sede. El momento más profundo fue al terminar la Misa cuando nos dirigimos a la tumba de San Pedro para tener un momento de oración. El significado tan profundo de estar en ese santo lugar, me ayudó a renovar mi amor por Cristo y dedicación en la Iglesia. Finalmente, entre varias conferencias que tuvimos, quiero resaltar la del Cardenal Marc Ouellet, quien se enfocó en contarnos un poco sus perspectivas y esperanzas en torno al Sínodo de la Sinodalidad en la cual él participó el mes pasado.
El jueves 16 de noviembre nos levantamos temprano porque la audiencia con el Papa fue movida de las 11 a las 8 am. Nos dirigimos al Vaticano los cerca de 100 sacerdotes presentes en la convención, pasamos por seguridad y luego empezamos a subir escaleras tras escaleras dentro del Palacio Apostólico. Magníficas pinturas, guardias suizos y paredes de mármol aparecían ante nuestros ojos. Finalmente arribamos a la Sala Clementina, donde encontraríamos al Papa. Algunos mayordomos nos ubicaron rápidamente en nuestras sillas. Allí pude observar a algunas personas que salían de reunirse con el Papa. Durante toda la mañana de ese jueves el Papa Francisco tuvo unas cuatro audiencias con distintos grupos, leyendo discursos y saludando gente; en la tarde se fue a visitar una parroquia en Roma; un ritmo fuerte para un Papa de 86 años de edad. Después de unos minutos de espera, se abrieron las puertas y entró el Papa Francisco a la sala donde estábamos los sacerdotes. Caminó con ayuda de un bastón y se sentó en la silla preparada para él. Nos dirigió un discurso que todos ustedes pueden ver en la página web del Vaticano y en la versión online de este artículo en nuestra página web parroquial. Luego nos saludó a cada uno por algunos segundos. Después se tomó una foto con todo el grupo y salimos a la Plaza de San Pedro nuevamente. Pude comprar la foto digital mía con el Papa pero al momento de enviar este boletín no estaba lista, aún así se puede apreciar la foto con la marca de Vatican Media por ahora. Fue un momento hermoso poder entrar al Vaticano y estrechar la mano del Santo Padre. Lo que más me impresionó de ese saludo fue la frágil mano del Papa. Por supuesto, son 86 años de vida, pero en esa mano frágil me detuve luego en oración por él y por lo que representa su oficio. Que Dios bendiga al Papa, a nuestra Iglesia y a todos nosotros que la conformamos. Sigo con la firme convicción que el Espíritu Santo guía a su pueblo y que mi corazón también se mantiene firme en el servicio a esta comunidad que el Señor y su Iglesia me han encomendado. Como lo hice en enero ante la tumba de San Agustín, también ahora oré mucho por ustedes ante las tumbas de San Pedro y San Pablo.