In just two short weeks we have said goodbye to our beloved Pope Francis, entered a time of uncertainty and now have a remarkable event to celebrate as Catholics, Chicagoans and people of good will. The fact that more than 130 cardinal electors from more than 70 countries could come to a decision in less than 24 hours is a clear sign of the unity, so needed in a world torn by division and conflict.
Many here know Pope Leo XIV as Robert Prevost, a classmate, friend and neighbor. Our pride in him as a native son is exceeded only by our pride in his service to the People of God and to our Church.
A missionary, Pope Leo knows firsthand the needs of those at the margins and holds them close. We expect he will carry on the regard for the poor so associated with Pope Francis but will lead us and teach us in his own way. His choice of name recalls Pope Leo XIII who defended the dignity of workers at a time when concern for their rights was scarce. This earlier Pope Leo, generally considered the father of Catholic social teaching, placed our church firmly in the world, speaking against injustice and for peace. As wars and discord continue and some deny human dignity with their words and deeds, such a voice is clearly needed.
I hope you will take a minute to say a prayer of thanksgiving to the Holy Spirit who surely was with us in this time. Let us rejoice that he has once again given us a Holy Father who will represent our values boldly and lead us to greater closeness with Jesus.
Know that I am deeply grateful for the prayers you offered for the repose of the soul of Pope Francis. The outpouring of condolences, including from people of other faith traditions was remarkable. His example of a happy death was his last gift to us. It is my wish that people of the Archdiocese of Chicago and beyond now offer their prayers for Pope Leo XIV as he takes up the work of lighting the world with God’s love.
Sincerely yours in Christ, Blase Cardinal Cupich Archbishop of Chicago -----------------------------------------------------
Queridos hermanos y hermanas:
En tan solo dos semanas, nos hemos despedido de nuestro amado Papa Francisco, hemos entrado en un período de incertidumbre y ahora tenemos un evento extraordinario que celebrar como católicos, habitantes de Chicago y personas de buena voluntad. El hecho de que más de 130 cardenales electores de más de 70 países pudieran tomar una decisión en menos de 24 horas es una clara señal de la unidad, tan necesaria en un mundo desgarrado por la división y el conflicto.
Muchos aquí conocen al Papa León XIV como Robert Prevost, compañero de clase, amigo y vecino. Nuestro orgullo por él como hijo de la Iglesia solo es superado por el orgullo por su servicio al Pueblo de Dios y a nuestra Iglesia.
Misionero, el Papa León conoce de primera mano las necesidades de los marginados y los apoya. Esperamos que mantenga la consideración por los pobres tan asociada al Papa Francisco, pero que nos guíe y nos enseñe a su manera. Su elección de nombre recuerda al Papa León XIII, quien defendió la dignidad de los trabajadores en una época en la que escaseaban sus derechos. Este Papa León XIV, considerado generalmente el padre de la doctrina social católica, estableció firmemente a nuestra Iglesia en el mundo, hablando contra la injusticia y a favor de la paz. Mientras las guerras y la discordia persisten, y algunos niegan la dignidad humana con sus palabras y acciones, es evidente que se necesita una voz así.
Espero que se tomen un minuto para rezar una oración de agradecimiento al Espíritu Santo, quien sin duda estuvo con nosotros en estos momentos. Alegrémonos de que nos haya dado una vez más un Santo Padre que representará nuestros valores con valentía y nos guiará a una mayor cercanía con Jesús.
Sepan que estoy profundamente agradecido por las oraciones que ofrecieron por el descanso del alma del Papa Francisco. Las efusivas muestras de condolencias, incluso de personas de otras tradiciones religiosas, fueron extraordinarias. Su ejemplo de una muerte feliz fue su último regalo para nosotros. Es mi deseo que los habitantes de la Arquidiócesis de Chicago y de otras partes del mundo ofrezcan ahora sus oraciones por el Papa León XIV, mientras asume la tarea de iluminar el mundo con el amor de Dios.
Sinceramente Suyo en Cristo, Blase Cardenal Cupich Arzobispo de Chicago